Published on: 13 abril, 2022
Por IVAN BRISCOE
“Siempre andamos en una guerra, pero esta guerra todavía no tiene fin”.
Con estas palabras, pronunciadas atropelladamente en medio de una elegía, y haciendo un saludo con dos dedos, uno de los miembros de una pandilla de las afueras de la capital de El Salvador se despide de un compañero caído. Docenas de muchachos armados se congregan en un velorio, en un claroscuro amenazante donde parecería imposible creer que un testigo los estuviera filmando. Por desgracia, el director de este documental sobre las pandillas urbanas en este país no tuvo tiempo de celebrar su triunfo. Poco después del lanzamiento del aclamado documental La Vida Loca, el director Cristian Poveda fue baleado, en 2009, por alguno de los jóvenes violentos que había filmado.
Durante las últimas décadas, las vidas de aquellos que están sumergidos en la criminalidad en Latinoamérica, ya sean capos, sicarios, pandilleros, testaferros o traficantes, se han vuelto más cortas y más crueles. Quienes intentan documentar sus sombrías historias corren el riesgo de padecer una venganza violenta. En efecto, tan solo en los tres primeros meses de este año, ocho periodistas mexicanos han padecido la misma suerte de Poveda, asesinados por presuntos grupos criminales, a veces en alianza con oficiales corruptos. Incluso la policía y los militares, que suelen imponer una forma de seguridad bastante violenta (trabajo por el cual reciben poco más del salario mínimo), se han visto envueltos en oleadas de violencia que ellos parecen incapaces de controlar. El Estado, según le dijo a Crisis Group un ministro de defensa centroamericano, “está dando una guerra que no puede ganar”.
Tierra Caliente, noviembre 2021.
Un sicario, parte del servicio de seguridad del comandante de un grupo armado local, monta guardia.
No obstante, las “guerras” que se están librando en su país y en otros de la región no siempre son fáciles de reconocer para quienes son ajenos a la realidad de América Latina. En ocasiones, los adversarios usan uniformes de combate, se encuentran en campos de batalla, fuertemente armados, y usan una propaganda típica de la insurgencia guerrillera, al estilo Che Guevara. Otras veces, los grupos armados usan ropa de civil y los líderes criminales visten saco y corbata. A veces la policía y el ejército llevan a cabo ofensivas prolongadas contra facciones armadas; en otras ocasiones, no es fácil determinar si son los policías o los criminales quienes representan una mayor amenaza para estado de derecho. Entretanto, los costos humanos no dejan de aumentar. Los campos y los frentes de batalla cambian sin previo aviso, lo que provoca el desarraigo de familias y comunidades enteras, de un día para otro. A veces la violencia disminuye, cuando la economía mejora o los Estados reforman sus sistemas judiciales y de policía, pero luego sigue avanzando, indiferente a los esfuerzos por detenerla. En América Latina, unas 110 000 personas padecieron muertes violentas el año pasado.
Las siguientes piezas relatan historias personales sobre la violencia que azota a buena parte de la región. Son un conjunto de fotografías, videos y reportajes, cuyo objetivo es ayudar a los lectores a entender lo que significa crecer, vivir y trabajar en los frentes de batalla de la violencia en América Latina. El material ha sido compilado por nuestros colegas de International Crisis Group, así como por colaboradores especialmente invitados, que han visto con ojos compasivos y escuchado con oídos atentos a quienes se hallan atascados en las trampas de la violencia criminal de la región.
La experiencia directa es el sello característico de las siguientes piezas.
– Programa de América Latina, International Crisis Group
La experiencia directa es el sello característico de las siguientes piezas. ¿Cómo son la vida y las ambiciones de los habitantes de Tierra Caliente, Michoacán, México, atrapados en unas luchas intestinas? ¿Cómo es el proceso de adaptación a la vida civil de un excombatiente de la guerrilla de las FARC, en Colombia? ¿Cuál es el sustrato de la encarnizada lucha por la supremacía política en Venezuela, que se ha extendido por más de dos décadas, y cómo ha dado origen esta disputa a una de las mayores tasas de homicidios de América Latina y a un conflicto creciente en la zona fronteriza?
Este material no promete respuestas fáciles. No obstante, al formular preguntas y compartir impresiones, arroja ciertas luces sobre algunos de los puntos críticos más delicados y persistentes de la región. Y nos plantean el reto de imaginar qué tipo de soluciones servirán para poner punto final a años y décadas de una violencia empecinada.
